jueves, 21 de febrero de 2013

Te escribo un poema

























Casa deshabitada o mundo desolado


Me podrán siempre
los atardeceres de junio
tras las barandas famélicas del mirador.
Me podrán las lluvias de noviembre
tras los rescoldos moribundos de la estancia. Me podrán siempre
la casa deshabitada y el mundo desolado.

Me podrán siempre
los amaneceres dolorosos
partiendo la luz sobre tu cuerpo desnudado y me podrán las dos lunas de tus pechos
bañados en leche
en noches sin luna. Me podrán
las arañas muertas
destejiendo sus telarañas
en la hora en que tú no duermes. Me podrá siempre
el destino de los restos de la comida de ayer y el café de esta mañana
cuando no me dijiste te quiero. Me podrán siempre
los pasos solitarios por la casa deshabitada el rectángulo sin polvo de una carta de amor.
Me podrán los pomos de las habitaciones
donde no engendramos el futuro.

Me podrá el goteo de los grifos
como latidos atormentados de mi corazón.
Me podrán las tormentas de afuera de mi casa, la soledad de las farolas mojadas,
el llanto de los perros en las callejuelas de mi infancia. Me podrán siempre
los techos, terribles sin fondo del océano,
los desiertos paisajes de una pluma sobre la mesa. Me podrán los pastos quemados en agosto
y los ceniceros repletos de colillas anónimas. Me podrán los viajes en tren a ninguna parte,
y los postes y cables del teléfono , olvidados. Me podrán las cuerdas de la guitarra
olvidadas en los desvanes de los sueños.
Me podrán los platos donde tal vez no comió nadie.
Me podrán las madres de negro y sin lágrimas que derramar,
y me podrán las macetas agostadas en cualquier balcón en ruina.
Me podrán, siempre me podrán.

Javier Duarte

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