
Oye el trino de la flauta, mi
amor.
Un corazón se desploma.
No podrá levitar el ansia porque el hálito se
esconde bajo las lápidas de los violines.
La flauta , mi amor, es la herida de metal, el cáliz sagrado en
altares de abadía.
Mi amor, ya no podré rezar tu
cuerpo
no podré levantarme a acariciar
tu cabello, ni tocar las mejillas, primaveras sombrías.
La música es la
gravedad de una montaña que fluye por mi sangre y devora los labios lívidos de
mi desasosiego.
Baila.
Baila alrededor de las danzas
nocturnas, mi amor baila, donde la lechuza sorprendió nuestras miradas.
La
brisa mortecina que dejó a oscuras la luz de mis ojos.
Javier Duarte
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