lunes, 11 de marzo de 2013

Te escribo un poema


























Hoy me he comprado un flexo nuevo que he adosado a mi mesa. 
Pero no me sirve.
Dame, amada, la luz que solía derramar esos ojos en las tardes de piano y de lluvia.
Hoy me he sentado en la mesa para hacer memoria de mi memoria
 pero no me acuerdo de nada.
¿Dónde están esos dedos que escribían sobre mi espalda caligra­fría  en las buhardillas de la infancia?
    ¿Dónde está la luz, la luz infame de tus ojos?
¿Cómo no imaginar la horizontalidad de los cuerpos-el tuyo y el mío- es decir la simetría del deseo-te quiero?
Hoy bajé a la tienda a comprar otra patria, pero me comenté el tendero: “acabo de vender la última tierra de nadie” y no      hay más terruño que repartir.
Agaché la cabeza apesadumbrado, me miré y pregunté con descon­fianza: “deme, deme, un corazón nuevo”
Y me contestó:
“el último se lo llevó una mujer. Le aseguro que se le parecía a usted”.
A continuación apagué el flexo y pensé que al menos poseía un espacio: la oscuridad.


Javier Duarte




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