miércoles, 20 de marzo de 2013

Montañas del mundo






"El riesgo está en vivir".
 "El mayor riesgo es no ser feliz".



Naturaleza para salvarnos



















Hoy ha entrado la primavera a las  12.05. Dame la luz, por favor.

Te escribo un poema
























Para Carlos y Ana

Hoy el mar debería venir a veros
a poner su oído de caracola mojada
en el ancho territorio de vuestros corazones
porque vuestros sueños están hechos de amantes labios.

Hoy el cielo y las aves azules,
para cuando reposéis en el hogar los atardeceres de inviernos
y los helechos  de cobre vengan a incendiar vuestras ansias,
deberían poner edredones de primavera en el cuarto del amor.

Hoy la dicha huele a pino, a incienso, a tu colar lila
y desde el bosque inescrutable se abren flores sin nombres
y hasta el viento, todos los nombres de vientos,
ululan , se arremolinan por veros y susurran
palabras, sonidos, silencios
que sólo los amantes que se aman, conocen.


Javier Duarte


Te escribo un poema

























La carta


Te escribo , amor, como quien no tiene palabras para decir más, porque cree que todo está rebosado, que todo está helado por el iceberg de la vida, o como quien estrella palabras contra un muro. Y oye. Sólo oye la palabra en su mitad.
Te escribo, amor, como quien tira piedras a su propio tejado, como quien se deja olvidado, como el escéptico que no cree en su traje, como el hombre que inútilmente rebusca en las olas.

¿Recuerdas? tú y yo en la esquina de la noche fotografiados por el parpadeo redondo de la novia, o lo que es lo mismo, por la bacanal constelación de unos labios abiertos en la boca.

Te escribo , amor, desde el vacío completo, tendiéndote unos cuantos pétalos amarillos, perfilando la rosa en tu cuerpo
que se apresura hacia la tierra.

Te escribo como quien en la frontera de tus dedos es capaz de revocarse hacia atrás y vuelta atrás, como quien mira inerme las notas de un violín imaginado, contorneando la eclosión última de una sinfonía.


Javier Duarte 

Te escribo un poema



















Sólo hasta que vino el dios Wagner
el suicidio era el ruido de los acantilados,
averno abrupto, donde los brazos desmembrados,
las vo­ces se rompían en el sueño de las olas desconcertadas.



Ahora,
los amantes bajan a la playa desnudos a oír el lento eco de las caracolas
bajo las aguas
donde aparecen estrellas como violines,
o a mirar batutas fugaces sobre el féretro-viento del cielo
donde aparecen senos, senos muy blancos como de ahogadas sirenas.

Javier Duarte

Te escribo un poema


























Se cae el domingo. Del campanario
 un rosario de vencejos vienen a posarse sobre las viejas. Centurias de escolapios. Pian. Los niños se deslizan, caen en los domingos
y rompen con las campanadas.


Javier Duarte

Te escribo un poema


























Reflexiones surgidas de la escena bordada en un cojín que reposa en una mecedora.



Mi cama es una jaula de barrotes negros y dorados.

La música encima de la cómoda no quiere escaparse hacia el cuerpo que estrecha tu cuerpo. El humo del cigarro sube como el aire a los brazos de la lámpara , pero atrapa y punza mi corazón.

Estoy solo. Herméticamente solo.

Un chino ofrece placer a una domesticada china en el cojin de la mecedora.

No soy yo el chino de trapo. Sólo soy un sueño de mi mismo, mas un sueño desgarrador: el amor se olvida pero queda la muerte, queda el recuerdo.

No sólo se muere una vez bajo este cielo de sangre.

Yo quemaré esta escena bucólica para vivir.


Javier Duarte

lunes, 18 de marzo de 2013

Te escribo un poema





















La vida

Qué mañana impía, relojería dormida siempre marcando la ruta de las brumas y de las aves,

qué tarde plumbea, yunque de dioses caídos siempre imponiendo un sol de ceniza al atardecer,

qué noche solemne, luciérnaga inmortal siempre regresada de la morada del sueño,

y qué sublime soledad la del hombre poseído sólo del olor a caoba!


Javier Duarte


Te escribo un poema





















Que las noches no te hieran 

Que las noches no te hieran amor.
De la larga noche  humanamente doliente
y de los brazos de seda de mi amada
ya nazco a un nuevo amanecer: dame besos, amor mío,
 alas, labios
que parezcan  aves lacustres recién despertadas,
recién pintadas con la niña de tus ojos que crean los sueños,
la belleza y también la hermosa constancia  de la estrella naciente;
dame tu firmeza,  la mano con que acaricias
a tu hijo de tu vientre portentoso
porque eres mujer madre creadora
mientras mis manos tan solo pueden tocarte.
Que las noches no te hieran amor

De la densa noche y la niebla densa de noviembre,
también de nuestras bocas,
quiero nacer(te)  yo en tus sienes, en tus ojos,
en tu café de cada mañana,
caminar ,en volandas, de tus tacones por el parque
que tiñen tus zapatos de hoja de otoño
y decirte con el olor de las celindas: te amo.
Cruzar contigo las traviesas del tren
o estar a bordo y mirar por la ventanilla los reflejos
el mar y bajar en todas las estaciones: otoño, Laponia,
verano o la India.
Y en los baches oscuros y  túneles hondos
amansar la pena honda que , cobarde,
 se te esconde  cuando tú sólo quieres  hermosas treguas.

Que las noches no te hieran amor
porque entonces
yo naceré de la luz para cambiar el rumbo de los astros.
Que nada te hiera.

Javier Duarte.



Te escribo un poema






















Poema para un viernes noche.

Se achica la llama de la vela
que se consume encima de mi altar de hojas muertas.
 Ocaso: la niebla se posa en la ventana de poniente.
 No tiembla la niebla sino las venas de llenas
 y un palmo de noche gélida me roza la sangre caliente anunciando la navidad o , lo que es igual, te quiero pero antes de los besos.
Te tengo no en mi sino, en mi retrato.
Atardece la pequeña lumbre , lo recóndito,
sobre mi vela que es el astrolabio que une el perfil oscuro
de mi alma con el misterio claro de este viernes
febril de infancia o claroscuro humano.
¿ A dónde va la noche de un viernes descalza y sola ?
¿ A dónde va después el aroma a incienso
que arde en mi cuartucho? 
Me duelen las palabras
mi vela, , mis lágrimas, mi noche de viernes,
 aunque las rosas no hablen
“rumor de rosas” entre el misterio y lo cierto de seguir escribiendo una noche de viernes junto a mi vela.

Javier Duarte.

Libros

























Bajo los cielos de Asia


Gracias a su fortaleza, velocidad y carácter, Iñaki formaba parte del reducido grupo que compone la élite del himalayismo mundial. En 2008, un derrame cerebral le inmovilizó a 7400 metros en el Annapurna. Cinco días de épicos esfuerzos a cargo de algunos de los mejores himalayistas no fueron suficientes para rescatarle y uno de los más admirados montañeros nos dejó. Este relato lúcido y desnudo nos desvela como entendía él la montaña y la vida.

Iñaki Ochoa de Olza. Ed. Saga.  2011.

Gentes




















Címbalo.

domingo, 17 de marzo de 2013

Te escribo un poema






















Ay otoño, infiel amante, ya no vienes desnudas recién bañada.
 Por los campos solitarios campos de esparto anda la avutarda
 llorando, seco su pico, presa su sed.
 Inviernos crueles ya no sois tan crueles con la fuente, 
con el arroyo, con la pobre tierra. 
Traed las tormentas a los canalones deseosos de húmeda-lluvia,
 a los cristales del niño en vilo, barca de agua, de sueños.
 Retorced los algodones de nubes
por si llora un poco, de pena, por si llora.
 ¿Ya ni la Primavera atraerá la sangre?
 Ya mi corazón es el tojo entre rocas esperando siempre nada.
Pido piedad a la piedad.
 Pido a la vida corta de la mariposa que no sabe lo que es amar.
 Pido  a los hombres, a los dioses, al escorpión, al cocodrilo, al milagro que moje el alma dormida del mundo,
 a la monja de clausura, pido lluvia.
a las siete vidas del gato, al cofre guardado en otros cofres,
 al secreto que retuvimos,
 a los besos no mordidos a las palabras escondidas... pido
aunque no veamos la puesta de sol aunque no miremos los astros. 
Para otros deseos vendrá el tiempo
de los aguaceros.

Javier Duarte

Te escribo un poema

























Oye el trino de la flauta, mi amor.
 Un corazón se desploma.
 No podrá levitar el ansia porque el hálito se esconde bajo las lápidas de los violines.

La flauta , mi amor, es la herida de metal, el cáliz sagrado en altares de abadía.

Mi amor, ya no podré rezar tu cuerpo
no podré levantarme a acariciar tu cabello, ni tocar las mejillas, primaveras sombrías.
 La música es la gravedad de una montaña que fluye por mi sangre y devora los labios lívidos de mi desasosiego.

Baila.
Baila alrededor de las danzas nocturnas, mi amor baila, donde la lechuza sorprendió nuestras miradas.
 La brisa mortecina que dejó a oscuras la luz de mis ojos.



Javier Duarte

Te escribo un poema




















Llegaste este año con la primavera.
La primera a la cita donde los gorriones
Aletearán en los aledaños de las flores,
De los bosques o tejados.

Justo al mediodía de tu sonrisa el sol
Se detuvo un instante en el equinocio de tus ojos
E hiciste trizas grutas, inviernos y miedos.
Me traerás perfumes, matices, caricias , luz.

Y por las noches cuando mire la W de Casiopea
Lograré el prodigio de creer ver
- en los oscuros cielos del estío-
tus brazos alados o tu alma de ave nocturna
porque tú ya has logrado otro prodigio:
el que pueda mimar el árbol que has plantado en mí,
todas las primaveras de mi vida.

Javier Duarte




viernes, 15 de marzo de 2013

Foto del día




















Atardecer en El Muro. Gijón.

Gentes




















El pescador pescado

Gentes




















Esperando al  gran Tsunami

Te escribo un poema




















Mujeres de todo el mundo:
 He amado vuestros encantos como ninguno otro,
Esperasteis trémulas mi cita en el balcón del balneario. 
Os acaricié el cabello con pasión, 
besé vuestros labios ardientemente, 
tuve el corazón cálido que quisisteis.
 Muchas veces os poseí con extremada dulzura. 
Otras me hicisteis temblar de deseo. 
Visteis en mi al amante perfecto.
 Hicisteis de mi una estatua de sugestiones
 y con la flecha de Cupido que os lancé vosotras pronunciasteis firmes: 
ahora sé que eres mi verdadero amor.

Yo compuse la música que nunca habíais escuchado antes,
 escribí para vosotras los versos que jamás volverán a ser leídos por boca alguna.
Yo os saqué de mis manos la luna en las noches sin luna.
Os llevé a navegar por lagos azules en vuestros sueños
 y cruzamos los abismos de la carne sagrada y húmeda 
en un viaje solamente hacia adentro.

Mujeres de todo el mundo: mi nombre es Belleza.

Javier Duarte  



Te escribo un poema


























Qué es la música


Miradme a este lado de la vida, 
sobre el abismo encrespado de mi corazón,
 - La cuarta sinfonía de Malher desciende en ala delta como la caída lenta de la batuta y remonta el vuelo cual notas de viento buscando el vahído musical.
 ¿ Suicidio o el maleficio de la mariposa? 
No hay nada, nada tan absolutamente bello como pal­par tantos matices.
 Por eso me encierro como Hysmann su Contranatura. 
Por eso me encierro, para que toda la gama de sufri­mientos se aunen en uno absoluto, universal y puro.
 Pero ¡ay cuánto duele!

Javier Duarte

Te escribo un poema



















Las estatuas se agrupan en noches de almizcle, 
sentadas sobre si en parques, tejados, estrellas, 
sobre una mujer que tiembla en cabinas de sudor y urgencias 
y hace temblar dedos y cuerpos y viceversas.


Sus voces inmemoriables se resquebrajan en el gozne de las camas.
 Silencios.
No hay estatuas dormidas ni paredes sofocantes.
 Sólo una sinfonía de orgasmos y pianos y notas adicionales.


Javier Duarte 

Cosas que me pasan























Hoy  fui a trabajar  con dos botas, recién engrasadas,  de pares distintos.