La vida
Qué mañana impía, relojería
dormida siempre marcando la ruta de las brumas y de las aves,
qué tarde plumbea, yunque de
dioses caídos siempre imponiendo un sol de ceniza al atardecer,
qué noche solemne, luciérnaga
inmortal siempre regresada de la morada del sueño,
y qué sublime soledad la del
hombre poseído sólo del olor a caoba!
Javier Duarte
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