
La mesa de la cafetería
Y porque muchas veces nos rodea el silencio, el mundo parado en cualquier cafetería, rompiendo el sobre del azúcar como se rompen las promesas, y damos vueltas al café con la cucharilla como giran nuestros pensamientos como el zodiaco en el cielo nocturno. Y porque nos miramos en el café humeante: la c de caliente, la de amargo, la f de fuerte y la e de espeso. Caliente, amargo, fuerte y espeso son los sueños que jamás son nuestros aunque seamos los portadores de las esperanzas que sólo se cumplen cuando ellos (los sueños) o ellas (las pesadillas) quieren a su entera voluntad. Pero mientras, en la vigilia de las cafeterías, somos los dueños de mirar por la cristalera del café y mirar los movimientos ( a veces absurdos) de nuestros semejantes. Y podemos mirar a una chica hermosa (morena o rubia) (de pelo largo o corto) (leída o lectora sólo de las etiquetas de los traje que compra) que se aleja para siempre. El café es un brevaje que hace funcionar la imaginación, da cuerda al reloj adormecido de nuestro poder creativo, alimenta las realidades que nunca se harán reales...Miro, sigo mirando a los cafeteros y cafeteras del local y a los viandantes y siempre elijo a alguien para inventar una historia. Por todo esto, mañana volveré a sentarme en esta mesa de la cafería con mi café solo y escudriñaré el presente o las ficciones de los personajes urbanos que se cruzan ante mis ojos.
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