No sé si Beethoven estaba sordo cuando compuso este Adagio pero seguro sabía que la muerte estaba cerca. Es de una madurez tan insólita, de una realidad tan milagrosa que a mi recuerda también a la última visión, que se me concede, de la Naturaleza nevada abundamente porque me creo en la frontera de la vida. La apaciguada entrada de los instrumentos orquestales es la última imagen del blanco de este mundo. Pero cuando comienza a tiritar el piano sé que me he quedado a oscuras con el viento helado, con mis últimos recuerdos de lo que fui...y entonces...me dejo llevar avanzando en la espiral del piano sin poder decir nada a mis contemporáneos porque ya pertenezco a otro sitio. Vine con un llanto a este mundo y me voy con el susurro verdadero de que fuimos música.
1 comentario:
Sugerencia literaria para esta maravilla de concierto para piano:
Estados de Ánimo:" Hay días que me siento como una pobre Colina, y otros en los que me siento Montaña con cumbres repetidas."
El Amor las mujeres y la vida. Mario Benedetti
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